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La Conquista del Perú

El episodio que se conoce como la Conquista del Perú transcurrió entre los años 1532 y 1533, cuando el Imperio español se anexionó para sí el Imperio incaico. A pesar de todo este último sobreviviría hasta 1574, fecha en la que Francisco de Toledo ejecutó al último Sapa Inca, Tupac Amaru I.

Una expedición de 180 hombres al mando de Francisco Pizarro llega a Cajamarca en noviembre de 1532. Cajamarca está situada actualmente en el norte peruano, a casi 800 kilómetros de Lima. En aquella época el Imperio inca se encontraba bajo una serie de luchas civiles, lo que aprovechó Pizarro para tomar prisionero a uno de los que se disputaba el poder de los incas, Atahualpa. Semanas después sería ejecutado.

Antes de todo esto, en julio de 1532, los españoles ya habían fundado en Perú su primera ciudad, San Miguel de Tangarará, en Piura. Durante su detención Atahualpa le había intentado ofrecer oro a los españoles para que lo liberaran. Pizarro aceptó, pero no liberó a Atahualpa, sino que incluso lo ahorcó con la excusa de haber asesinado a su hermano Huáscar, el legítimo heredero del imperio incaico. Sería el 26 de julio de 1533 cuando los españoles ejecutan a Atahualpa.

Los españoles habían tomado la decisión de conquistar Perú por el oro y la plata que contenía este país, además del orgullo que significaba contar con una nueva colonia más en América y la difusión de paso del cristianismo. Tras tomar Cuzco, la capital inca, Pizarro salió de ella para buscar una nueva ciudad a la que convertir en capital del nuevo gobierno. Así llegó hasta el Valle de Mantaro para fundar la ciudad de Jauja.

Sin embargo con el paso de las semanas el propio Pizarro descubrió que este no era un buen lugar para situar aquí la capital, por lo que el 18 de enero de 1535 pasó la capitalidad de Jauja a Lima. A partir de ahí otras ciudades peruanas fueron tomadas por los españoles, como Trujillo, Saña, Ica, Chincha, Arequipa o Ayacucho entre otras.

La conquista del Perú se fraguó tras el asesinato de Atahualpa, quien había acabado con la vida de su hermano Huáscar, el legítimo heredero al trono incaico. Los incas veían a Atahualpa como un usurpador, por lo que el ahorcamiento de Atahualpa fue para ellos una señal de justicia. Por eso muchos incas vieron en Pizarro al héroe que los liberaba del yugo, de ahí que en muchos casos los apoyaran económica y militarmente.

Foto Vía La Conquista del Perú