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Arequipa, la ciudad blanca

En cuanto se llega al Aeropuerto de Arequipa, uno siente el efecto de la altura, la ciudad se encuentra a más de 2.300 metros sobre el nivel del mar. Respiré profundamente y maletas en mano salí rumbo a mi hotel. Arequipa es una provincia ubicada en la costa sur del Perú. Si quieres llegar aquí por carretera, debes seguir la carretera panamericana sur, desde Lima, el recorrido será de 1003 km y te tomará 14 horas.

El icono de la ciudad es el Misti, un volcán inactivo que ha sido respetado y venerado desde tiempos preincaicos. Y a pesar de estar dormido, su presencia domina el panorama de la ciudad y es importantísima para los arequipeños.

Arequipa fue fundada en 1541. Coloquialmente se la llama la «Ciudad Blanca», y esto debido a que su centro histórico tiene construcciones hechas con «sillar», una piedra volcánica de color blanco, tal vez el mejor ejemplo de este tipo de arquitectura sea la Catedral de Arequipa, en la Plaza Mayor, una estupenda obra neo renacentista que atrae a todos los visitantes por su belleza. Hay que señalar que en el año 2000 el centro histórico de Arequipa fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Tal vez el destino turístico arequipeño más reconocido sea el Valle del Colca, pero la provincia tiene mucho más por ofrecer, por ejemplo la Reserva Nacional de las Salinas y Agua Blanda, donde se preserva importante flora y fauna, grandes poblaciones de vicuñas y alpacas, dentro de esta reserva se encuentra el Misti.

Los baños termales de Yura son otra buena opción, un buen lugar para relajarse y a solo 45 minutos al norte de la ciudad. En las Cuevas de Sumabay podrás apreciar más de 500 pinturas rupestres y el lugar es perfecto para hacer picnic o una cabalgata apreciando el estupendo paisaje.

Mención especial merece la gastronomía arequipeña, muy variada y con ráices precolombinas. En nuestros días uno de los platos más representativos de la ciudad es el Rocoto relleno, un ají típico del Perú relleno de carne, queso y especias, un verdadero manjar que no puedes dejar de probar.