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Señor de los Milagros, festividad religiosa

Una buena temporada para visitar Lima puede ser el mes de octubre, el llamado mes morado (por el color del hábito que visten los fieles) para los limeños. Mes en el que sale en procesión el Señor de los Milagros y los creyentes de todos los rincones del Perú se congregan y acompañan la imagen en paseo por la ciudad.

No hace falta ser religioso (aunque si lo eres lo pasrás mucho mejor), acompañar esta impresionante manifestación religiosa y cultural va a sorprenderte profundamente. Porque tendrás, por un lado, el sobrecogimiento en los rostros y plegarias de los fieles, aquellos que aseguran haber sido bendecidos por un milagro del Señor.

Y por otro lado el gran despliegue de gastronomía y homenajes a la imagen. Las bandas de música, las grandes alfombras florales (hechas con pétalos de diferentes colores) con motivos religiosos que adornan las pistas que recorre la procesión, y los deliciosos potajes como los anticuchos, la pancita, el rachi (corazón y tripas de res) exquisitamente sazonados, así como el «turrón de doña pepa», un dulce hecho a base de harina y miel de frutas…  verdaderos manjares dignos de ser probados.

La tradición se inició, cuenta la historia, cuando en 1651 un esclavo pintó un mural con la imagen de un Cristo crucificado, imagen que se mantuvo en pie durante el terrible terremoto de 1655 que trajo abajo todo lo que la rodeaba. Entonces empezó la devoción a la imagen. Luego esta pasó a lienzo, y luego al altar de la Iglesia Nazarenas, ubicada en el Centro Histórico de Lima, desde donde inicia su recorrido por los templos católicos de la ciudad.

Los días 18, 19 y 28 de cada octubre se lleva a cabo está impresionante festividad religiosa. Conmovedora y mística para los católicos, impactante y compleja para los sociólogos y psicólogos, deliciosa para los comensales, sorprendentemente multitudinaria y popular para todos los que la presencian.

Te aconsejo vivir esta experiencia, pero no que intentes acercarte a la imagen, el gentío y el paso lento pueden volverse un suplicio si no eres creyente. Estar a una cuadra y presenciar los homenajes, las canciones, los bailes, degustar los dulces y los aperitivos es algo que todo turista disfruta. Es mejor acompañar la imagen un par de calles por la noche, y así aprovechar el paseo por el centro de Lima para ir a tomar un café, o un pisco sour en el Queirolo, en la calle Quilca, a dos cuadras de la Plaza San Martín, punto de encuentro de literatos, artistas y bohemios de la ciudad.